1 de noviembre: fiesta de Todos los Santos

1 de noviembre: fiesta de Todos los Santos

El día 1 de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. La fiesta de todos los santos nos recuerda la multitud de los que han conseguido de un modo definitivo la santidad, y viven eternamente con Dios en el cielo, con un amor que sacia sin saciar. Es también la fiesta de todos los que estamos llamados a unirnos a los que forman la Iglesia triunfante: Nos anima a desear esa felicidad eterna, que solo en Dios podemos encontrar.

Todos estamos llamados a la Santidad. San Josemaría Escrivá decía: “La meta que os propongo -mejor, la que señala Dios a todos – no es un espejismo o un ideal inalcanzable: podría relataros tantos ejemplos concretos de mujeres y hombres de la calle, como vosotros y como yo, que ha encontrado a Jesús que pasa “quasi in occulto” por las encrucijadas aparentemente más vulgares, y se han decidido a seguirle, abrazados con amor a la cruz cada día. En esta época de desmoronamiento general, de cesiones y desánimos, o de libertinaje y de anarquía ,me parece todavía más actual aquella sencilla y profunda convicción…estas crisis mundiales son crisis de santos”.

Para ello tenemos los medios de siempre, que hay que adaptar a las circunstancias de cada vida: oración y sacramentos, que son medios no fines, el fin es al que se va avanzando como el que va hacia la luz, paso a paso: con la gracia de Dios, y a lucha alegre, vamos hacia Jesús, a corresponder a su amor con nuestra correspondencia que se manifiesta en la sensibilidad para hacer la voluntad de Dios. La santidad es sentir a Dios en nosotros, sentirse mirados por Dios que tira de nosotros son suavidad y fuerza hacia arriba, si le tomamos la mano que nos ofrece para que allá donde está Él también vayamos nosotros.

La santidad personal. Este es el secreto de la alegría, la buena nueva para el mundo, la siembra de paz que necesita la sociedad. La gran solución para todo es la santidad: ese encuentro personal con Dios.

Esta fiesta es para nosotros una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramad en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este gran día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

Ha de alentarnos a imitar a los santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.

Es importante en este día tan importante para la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a toda la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios ha querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre, pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.

Que Santa María reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios en esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.

Mn. Juan Antonio Romero