Escrit per Mn. Juan Antonio Romero
La Iglesia -por medio de la liturgia- nos hace contemplar a lo largo de todo el año la sucesión de los misterios de nuestra redención. Durante el Adviento quiere que vivamos de esperanza ante la inminente venida de Jesús. En los días santos de Navidad desea que tengamos en nuestro corazón la inmensa alegría de saber que el Señor ya este entre nosotros. Durante el tiempo ordinario la Iglesia aviva en nosotros la fe en la divinidad escondida del Señor al contemplar su paso por la tierra, que hace que nos llenemos de admiración ante la Sabiduría que se revela.
En la Semana Santa, nuestra Madre la Iglesia nos invita a acompañar con dolor y deseos de reparación a Cristo en su Pasión y Muerte. Después, en el tiempo de Pascua nos presenta el triunfo de la Resurrección de Nuestro Señor para que nos llenemos de gozo y de esperanza. Y en Pentecostés nos dispone para que recibamos el poderoso aliento del Espíritu Santo que nos lanza igual que a los Apóstoles en todas las direcciones.
El Adviento es tiempo de espera, de preparación. La Navidad esta próxima. Esperamos ansiosos el Nacimiento de Nuestro Señor.
El Adviento tiene semejanza con el Antiguo Testamento, que fue un tiempo de espera. A raíz de la caída del primer hombre, se cerró el cielo. Dios, siempre bueno y providente, prometió redimir al hombre. Miles de años transcurrieron desde la promesa hasta el cumplimiento, a fin de que la humanidad comprendiese su extremada miseria y la necesidad de un Salvador.
La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. La venida del Mesías es anunciada por boca de los profetas que se suceden en Israel.
“El Señor está cerca”, nos repite la liturgia con acentos cada vez más vibrantes y apasionados. ¿Por qué viene el Señor a nosotros? Dios viene porque quiere que “Todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Viene a causa del pecado . Viene a pesar del pecado. Viene para quitar el pecado. El Adviento de cada año nos recuerda que la gracia es más fuerte que el pecado.
¡El Señor está cerca! , es el grito que la Liturgia hace resonar en nuestros oídos en estas semanas del Adviento. La Iglesia nos invita a preparar la venida espiritual de Cristo a nuestras almas, con más urgencia cuanto más se aproxima los días felices del Nacimiento del Señor.
En este tiempo de Adviento , la Iglesia nos mueve a purificarnos de modo especial, por la oración y la penitencia, para acoger la abundante gracia que Dios nos envía, porque Él es siempre fiel y espera nuestra conversión.
El tiempo de Adviento es tiempo de purificación, y en esto consiste la purificación: Hacer sitio en el alma a Jesús que nace, y le hacemos un hueco, en nuestras disposiciones, para que nuestro corazón esté libre totalmente para amar.
Adviento quiere decir también “encuentro”, cercanía con el Señor. “¡Ven, Señor Jesús” Y Jesús viene. ¿Qué haremos durante el Adviento? Acercarnos con todas nuestras fuerzas al Señor y decirle: Señor, aquí me tienes. Le hemos pedido a Jesús que venga y Él nos responde: Aquí estoy. Se nos presenta humilde, lleno de caridad, lleno de comprensión y decidido a sufrir por nosotros.
Además queremos vivir este Adviento junto a María. La invitación a mirar a la Virgen , a contemplaren nuestra oración los sentimientos que llenaban su corazón, a procurar imitarla constantemente, es una recomendación de la Iglesia, que reviste particular actualidad en estas semanas. La actitud y las respuestas de María Santísima constituyen la mejor escuela en la que los cristianos nos disponemos para el nacimiento espiritual de Cristo en nuestras almas, que Dios desea renovar en cada Navidad.